OPETH
The Last Will and Testament

Que gran forma de regresar al ruedo la de OPETH con "The Last Will and Testament", la verdad es que estoy encantado con el resultado. El décimo cuarto larga duración de la carrera del conjunto sueco no solamente trae consigo el regreso de los anhelados guturales al menú, sino que implica una nueva transformación en el sonido de la agrupación que logra a la vez abrir una nueva dimensión sonora y a su vez le es fiel a su propia identidad, cuajando un discazo de principio a fin que te mantiene cautivo a cada cuadro de esta historia que nos relatan.

Compuesto por ocho actos que bordean en su totalidad los 51 minutos de duración, la banda nos presenta este trabajo conceptual como una amalgama sonora de diversos períodos de la agrupación; por un lado tenemos un estilo cercano al Metal progresivo que han profesado los últimos años, con una distorsión más apagada y harto uso de teclados que recuerdan al rock progresivo de los 70's, en la otra artista nos entregan un sonido oscuro, a ratos bastante pesado y con el potente gruñido de 'Miguelito' reluciendo majestuosamente en la convulsionada atmósfera que construye la música aquí presentada.

El disco arranca con "§1", corte que ya se había podido apreciar en formato single con una edición más corta, mostrándonos con claridad como viene la vaina; si ya en su estreno había encantado, esta versión extendida es aún más exquisita y redonda en su construcción. "§2" es un tema que muestra más fuerza y vehemencia para luego ir abriendo paso a una incertidumbre onírica que invade al oyente.

Uno de mis temas favoritos del LP es sin duda alguna "§4", un corte ecléctico que te mueve por distintas emociones de manera impredecible transitando libremente de voces limpias a guturales, entre secciones melódicas y armoniosas a pasajes más oscuros y retorcidos, y que más encima cuenta con la magistral participación de Sir Ian Anderson (JETHRO TULL) con su flauta traversa contraponiéndose a la guitarra de manera espectacular, contribuyendo al desarrollo del clímax del tema de forma consistente, sin caer en las exhibiciones de virtuosismo de las que a veces pecan algunos músicos del prog. Mención aparte merece el descollante debut de Waltteri Väyrynen en la batería tras la salida de 'Legolas' Axenrot, que era buen chato aunque medio tieso; la clase que pone el finlandés es realmente fuera de serie y hasta me atrevería a decir que supera al querido Martín López en cuanto a su técnica, feelin' y virtuosismo ¡La cagó!

La marcha continúa fiel a su relato en los sinuosos parajes sonoros generando una sensación de inmersión en el contexto en el cual se desarrolla la historia; me reconozco como imparcial a la hora de hablar de mi banda favorita, pero el disco es perfecto y no tiene puntos bajos: es un deleite para la mente y los oídos, ¡y que alegría que sigan vivitos y coleando! Con la creatividad por lo alto y con mucho talento que entregar a su fanaticada. Me gustaría destacar un par de temas más: en primer lugar, "§6" con el viaje psicodélico que ofrece -con un chingón solo de teclado incluido- hasta decaer en una pequeña apertura a la luz y la calma entre el fluctuante bosque; y finalmente "§7", una sombría pieza que te sumerge en un mar de emociones, deambulando por la melancolía y la desolación pero con espacios abiertos a la rabia y la estridencia, desbordando su esencia más allá de lo lírico y lo instrumental. Maravilloso de principio a fin.

Esto, señoras y señores, no es un LP, esto es un fragmento del alma de OPETH que se nos entrega a modo de ofrenda para nuestro regocijo. ¿Obra maestra o álbum del año? Ambas dos; a los suecos les digo sí a todo y cuando quieran. "The Last Will and Testament" es un trabajo que vale la pena repasar una y otra vez, descubriendo en cada visita más detalles exquisitos en sus cambiantes parajes.

Qué mejor que un manjar para acompañar otro manjar; y bajo esa premisa, solo algo que esté al nivel de una KBS de Founders puede igualar en intensidad y categoría a este discazo: una Imperial Stout con adición de café y chocolate madurada durante 12 meses en barricas de bourbon. A eso sumarle unos añitos de guarda y tienes una bomba de sabor con notas a chocolate, café, vainilla y roble, con un lupulado atenuado con el tiempo pero que entrega un toque resinoso, redondeando con una cremosidad licorosa que oculta bastante bien sus 12% de alcohol. ¡Salud!

Por Hernán González U.

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