IHSAHN
Ihsahn

Un creador nato. Tanto en su posición como el '10' de EMPEROR como a lo largo de su carrera solista, IHSAHN ha demostrado ser un buscador incansable de nuevos parajes sonoros. Y este álbum homónimo -octavo LP editado bajo su firma– viene a confirmar esto y mucho más; el límite de este genio está mucho más allá de los confines de este universo y esta realidad, tal cual la percibimos los simples mortales.

Si hay algo que destaca considerablemente a lo largo de la placa, es el hermosamente acertado trabajo de cuerdas que acompañan las disonantes melodías emanadas de la mente de su creador; el resultado genera una sinergia maravillosa que nutre la complejidad de sus composiciones. Mucho cambio de ritmo, muchas secuencias melódicas y variados elementos sinfónicos, crean una atmósfera oscura y retorcida que funciona a la perfección en la mente del oyente, todo esto bajo la dirección de la afilada voz de Ihsahn que no desentona en ningún momento.

"The Prometean Spark", baja el telón tras una breve, pero bella intro cargada de estos componentes sinfónicos que he mencionado, tomando mucha fuerza en su ejecución. La guitarra es un poco más apagada, pero mantiene esa chispa que raya en la demencia tal cual lo hacía en los tiempos de EMPEROR, pero con una evidente evolución y madurez músical, que lo ha llevado a un Metal Extremo que oscila entre el Black Metal y el Progresivo en un eterno vaivén, cual Uroboros; donde la música, en un acto poético, se devora a sí misma en un entramado eterno destinado a repetirse.

"Pilgrimage to Oblivion" y "Twice Born", siguen esta misma tónica: potencial y brutalidad en batería y guitarras, acompañadas de arreglos de cuerdas que van de lo bello y armonioso a lo horrendo y deforme. "Blood Trails of Love", es un tema que me encanta igualmente por el juego de voces limpias y desgarradoras que hace el realmente llamado Vegard, además de la compleja atmósfera que genera, rica en elementos que forman capas sonoras diseñadas para deleitar al oyente. "Hubris and Blue Devils", es otro tema lleno de retorcidas melodías y cambios de ritmo que oscilan entre la cordura y el desenfreno, acompañadas por un coro limpio y pegajoso ejecutado de manera notable por el hombre. "At the Heart of All Thing Broken", es un gran corte más armónico e incluso onírico en su concepción, con harto juego entre voces limpias y bellas matizadas con los desgarradores gritos de nuestro insano amigo. Sin duda un excelente final para esta joya de disco.

En resumen, este esfuerzo homónimo es una obra exquisitamente compleja. Quizás no es para todo oído, sino para selectos seguidores de este capo de la música extrema, pero nadie puede dudar de su riqueza ni de la profunda convicción introspectiva que hay detrás de cada tema. Para mí, es la banda sonora perfecta para las pesadillas provocadas por el fentanilo en un coma inducido. Ideal para escuchar bebiendo una deliciosa American Barleywine, donde se igualan altas intensidades de malta y lúpulo con capas de complejos sabores en un viaje singular de puro placer para los sentidos.

Por Hernán González U.

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